A pesar de ser un plato caliente, al tratarse de calamares, apetece tomarlo en verano con una copa de vino blanco muy frío.

En esta ocasión, me he decidido por calamares rellenos de sus  propias patas  y gambas. Podemos encontrarlos ya rellenos en la pescadería o bien rellenarlos nosotros mismos con un poco de paciencia.

Si nos animanos a hacerlo nosotros, limpiaremos bien el calamar, extraeremos la piel, las partes duras, las tripas y  las patas. Tiraremos los desperdicios y guardaremos las patas.

Cortaremos las colas de las gambas en trozos pequeños.

A continuación, rellenaremos los calamares con sus patas y trozos de gambas. Cerraremos el calamar con un palo de brocheta.

Una vez hayamos rellenado toldos los calamares, los pasaremos por harina y los reservaremos. 

En una cazuela amplia pondremos a calentar un poco  de aceite. Saltearemos los calamares enharinados. Los reservaremos.

Lo siguiente será preparar el sofrito en  el mismo aceite en el que hemos salteado los calamares.

Cortaremos las cebollas en brunoise y las pocharemos lentamente.

Rallaremos los tomates y añadiremos el tomate rallado a la cazuela en la que estamos pochando la cebolla.

Salaremos. Dejaremos que el sofrito se vaya haciendo lentamente. Cuando veamos que el sofrito ha cambiado de color y se ha oscurecido, añadiremos un  vaso de vino blanco. Dejaremos que hierva uno o dos minutos para que se evapore el alcohol.

Añadiremos los calamares que teníamos reservados, asegurándonos de que quedan buen cubiertos por la salsa. Si hiciera falta, podemos añadir un poquito de agua. Rectificaremos de sal.

Dejaremos los calamares, a fuego medio, hasta que estén tiernos ( 10 o 15 minutos).

Apagaremos el fuego y dejaremos reposar.

Si nos gusta la salsa fina, la pasaremos por la batidora.

Serviremos caliente. Una buena guarnición podría ser arroz blanco hervido.

Ingredientes para 4 personas

12 calamares enteros

12 colas de gambas

2 cebollas grandes

6 tomates pera maduros

Vino blanco seco

Aceite

Sal

Harina